domingo, 25 de enero de 2015

DOMINGO 3º del Tiempo Ordinario

      Empezamos con una primitiva historia de conversión (1ª lectura: Jonás 3, 1-5. 10). El profeta Jonás avisa a la corrompida ciudad de Nínive: Dios está harto de sus abusos. Si no cambia, será destruida. Y los ninivitas se lo toman en serio, cambian, se arrepienten, y Dios los perdona.

      Esa misma palabra, conversión, es la primera que usa Jesús cuando empieza a predicar. Pero lo hace con un sentido más fuerte y sin amenazas: el motivo de la conversión no es el miedo al castigo, sino una Buena Noticia, un anuncio gozoso: «ya está aquí el Reino de Dios» (Evangelio: Marcos 1, 14-20). ¡Cómo han cambiado las cosas! Antes Dios amenazaba.

      Ahora, invita a un Proyecto. Antes el futuro podía ser la destrucción; ahora el futuro es el Reino, el gran Proyecto de Dios.

      Y Pablo, que se ha enrolado en el Reino, urge a todos a que se enganchen del todo (2ª lectura: 1 Corintios 7, 29-31). Nada es más importante que el Reino, no os conforméis con menos.

domingo, 18 de enero de 2015

DOMINGO 2º del Tiempo Ordinario

      Hoy hablamos de elección y de consagración. La primera lectura (1 Samuel 3, 3b-10. 19) presenta a Samuel, que será el mayor profeta de Israel, casi diríamos que el definitivo fundador del pueblo como estado.

      El escritor lo presenta como un elegido de Dios, afirma que «Dios estaba con él» (como más tarde dirá Pedro acerca de Jesús), porque todo lo bueno viene de Dios, y el pueblo de Israel cree que Dios también está con él.

      Pablo habla de algo mucho más concreto: somos de Dios, todo lo nuestro es de Dios, estamos consagrados, nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo (2ª lectura: 1 Corintios 6, 13c-15a. 17-20). Por eso Pablo se horroriza de que manchemos ese templo. Y, más cerca de nosotros, el Evangelio (Juan: 1, 35-42) cuenta una emocionante escena: cómo siguieron a Jesús sus primeros discípulos. Esta escena nos hace pensar: los que siguen a Jesús pasan la noticia a otros... Así nace la Iglesia, así nació nuestra fe... y esto se espera de nosotros. Juan, uno de los dos, se acordaba, muchos años después, del momento exacto en que Jesús se cruzó en su vida: junto al Jordán, como a las cuatro de la tarde.

jueves, 15 de enero de 2015

Cabalgata 2015

Como viene siendo tradición desde hace algunos años, nuestra hermandad ha participado en la Cabalgata de 2015 elaborando la carroza del rey Melchor. La hermandad quiere agradecer a todos/as los que han colaborado en la carroza, desde nuestros hermanos hasta los niños y niñas, que logran hacer de esta tarde la más especial del año, llenando de ilusión y alegría nuestras calles. Gracias y feliz año a todos.





 

domingo, 11 de enero de 2015

DOMINGO. Fiesta del BAUTISMO del Señor

 
      Ya se han terminado los evangelios de la infancia. Ahora empieza la vida pública de Jesús. Pero ¿quién es Jesús?

      En los textos de este domingo se dan tres definiciones preciosas: «Mi servo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu» (1ª lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7). «Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (2ª lectura: Hechos 10, 34-38). «Mi Hijo amado, mi predilecto» (Evangelio: Marcos 1, 7-11).

      ¿Quién es Jesús? Un hombre lleno del Espíritu. Nosotros creemos que lo que habla, lo que hace, lo que anuncia, lo que cura, tiene una explicación: «Dios estaba con él». Y esta es la fe de Pedro, sencilla y absolutamente profunda.

      Jesús solo se explica desde Dios, es el Viento de Dios lo que lo llena y lo arrastra, es el corazón de Dios el que se revela en su corazón, es la palabra de Dios la que pronuncian sus labios.

      Este es el último prólogo que ponen los evangelistas, y el mejor: seguimos a Jesús porque creemos que Dios estaba con él.

martes, 6 de enero de 2015

Solemnidad de la EPIFANÍA del Señor

 
      Israel ya lo sabía, los profetas ya lo habían dicho: Dios no es de su propiedad, ellos no son el pueblo exclusivo. Dios es de todos y es para todos (1ª lectura: Isaías 60, 1-6).

      Pero, por lo visto, se les había olvidado. Hasta tal punto que el mismo Pablo se admira y habla del misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo (2ª lectura: Efesios 3, 2-3a. 5-6).

      ¿Por qué llama misterio a algo tan sencillo de entender como es que Dios es de todos y para todos? Porque habían sido tan presuntuosos que pensaban que Dios era «de Israel» y que no había en el mundo otro lugar para darle culto que el Templo de Jerusalén. Pues no, Dios es de todos y para todos, y precisamente aquí y ahora, en Belén y recién nacido el Niño (Evangelio: Mateo 2, 1-12), queda agresivamente claro: ¿quién descubre y acepta a Jesús? Unos insignificantes pastores y unos magos extranjeros. No los sacerdotes, no los doctores, no los reyes, no los ricos...

domingo, 4 de enero de 2015

DOMINGO 2º de Navidad

      ¿Qué será ese misterioso personaje, esa sublime asamblea de potestades, bendita entre los benditos, arraigada en un pueblo glorioso, heredad del Señor? (1ª lectura: Eclesiástico 24, 1-4. 12-16). No se preocupe, en el fondo no es casi nada, más que la necesidad de Israel de hablar de Dios con el máximo respeto, incluso lejanía. Para eso se crean símbolos e incluso personajes fantásticos y misteriosos, tal como «la Sabiduría» que cita este texto.

      Pero ha sucedido una revolución: resulta que el Verbo de Dios es de carne y hueso, visible, tocable. Israel, en el desierto, hizo una tienda para Dios, la Morada, y allí lo adoraban, sin verlo, sin conocerlo, porque allí no había nada. Pero la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Jesús es esa palabra de carne y hueso, que vive con nosotros, es el vecino de al lado como en una tienda más entre las nuestras (Evangelio: Juan 1, 1-8).

      Bonita imagen la de Juan: la palabra de Dios es nuestro vecino, podemos charlar con él, invitarlo a tomar un café... ¡Ojalá el Padre de la gloria, como lo llama Pablo (2ª lectura: Efesios 1, 3-6. 15-18), nos haga caer en la cuenta de quién es ese vecino, nos lleve a tratarlo, a hacernos amigos suyos, nos abra los ojos para descubrirlo a fondo!

jueves, 1 de enero de 2015

OCTAVA de Navidad. Solemnidad de SANTA MARÍA, Madre de Dios

 
      «¡Feliz año nuevo!» es la frase habitual. La primera lectura (Números 6, 22-27) nos ofrece otra fórmula mucho mejor: «Que el Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor: el Señor se fije en ti y te conceda la paz». Buen principio, poniendo el futuro en manos de Dios.

      Buen principio también el de la segunda lectura (Gálatas 4, 4-7), al recordarnos que ha nacido y hace nuevo no solo el año que comienza sino la vida entera: «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo, nacido de una mujer (y por eso), Dios envió a vuestros corazones el espíritu de hijos que clama Abbá, Padre».

      Todo esto empezó en Belén, según el relato de Lucas (Evangelio: Lucas 2, 16), y al principio no fue captado más que por unos padres y un puñado de pastores desconocidos pero compasivos y atentos. Tendrán que pasar unos treinta años hasta que el niño de Belén se eche a los caminos para anunciar el Reino. Esto sí que será Nuevo, una Nueva y Buenísima Noticia.

      Feliz año nuevo, hermanos, que trabajemos todos por hacerlo de verdad nuevo, mejor, al servicio de lo más nuevo, lo mejor, el sueño de Jesús, el Reino.