domingo, 27 de diciembre de 2015

DOMINGO de la INFRAOCTAVA de Navidad. Fiesta de la SAGRADA FAMILIA

 
«El que teme al Señor honra a sus padres»
«La vida de familia vivida en el Señor»
«Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros»

viernes, 25 de diciembre de 2015

Solemnidad de la NATIVIDAD del Señor


«Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios»
«Dios nos ha hablado por el Hijo»
«La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros»

martes, 8 de diciembre de 2015

Solemnidad de la INMACULADA CONCEPCIÓN de la Virgen María, PATRONA de ESPAÑA

 
«Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer»
«Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo»
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»

domingo, 22 de noviembre de 2015

DOMINGO. Solemnidad de JESUCRISTO, REY del Universo

 
«Su dominio es eterno y no pasa»
«El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios»
«Tú lo dices: soy rey»

lunes, 2 de noviembre de 2015

Festividad de Todos los Santos



 
Como en años anteriores, en la festividad de Todos los Santos, y en recuerdo de todos nuestros hermanos fallecidos y, en general, de todos los difuntos, hemos celebrado un besamanos a nuestra Virgen; su vestidor, D. Eduardo Serrano Gómez, ha sabido con sus exquisitas y sabias manos resaltar toda la belleza de nuestra titular. Posteriormente, a la finalización de dicho besamanos, Nuestra Señora de la Soledad ha quedado vestida de luto para todo este mes de noviembre.

 

 

lunes, 12 de octubre de 2015

Fiesta de NUESTRA SEÑORA del PILAR, PATRONA de la HISPANIDAD



Virgen santa, Madre mía,
luz hermosa, claro día,
que la tierra aragonesa
te dignaste visitar.

Este pueblo que te adora
de tu amor favor implora
y te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.

Pilar sagrado, faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.

Cantad, cantad
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.

domingo, 11 de octubre de 2015

DOMINGO 28º del Tiempo Ordinario


      «Jesús se le quedó mirando con cariño». Se estaba haciendo ilusiones, le pareció que aquel hombre podría atreverse a seguirlo (Evangelio: Marcos 10, 17-30).
      Pero se equivocaba, no había contado con que aquel hombre era muy rico. Hubo quizá un momento en que el hombre se quedó mirando a Jesús y poco a poco fue bajando los ojos y retrocediendo. Estoy seguro de que Jesús se quedó triste. Y estoy seguro porque lo vemos todos los días: «más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios».
      Los discípulos (y nosotros) no pensamos así, pero esta es la sabiduría de Jesús y es sensato aceptar la sabiduría de Dios y no preferir la nuestra (1ª lectura: Sabiduría 7, 7-11).
      Es sensato abrir el espíritu a la Palabra, dejarla entrar hasta lo más hondo (2ª lectura: Hebreos 4, 12-13). Jesús puede poner al revés nuestra sabiduría y seguirlo pude parecer oscuro. Pero en eso consiste precisamente nuestra fe: en creerlo, en confiar en él, en pensar como él.

domingo, 4 de octubre de 2015

DOMINGO 27º del Tiempo Ordinario


      Jesús apenas se refiere a estos temas. La enseñanza que aparece en el Evangelio (Marcos: 10, 2-16) tiene dos características notables. Primero, contradice la práctica antiquísima de Israel por la que el varón podía despachar a su mujer simplemente porque ya no le gustaba, dándole un documento de divorcio, o tener varias concubinas.
      Israel entendió muy poco sobre la dignidad de la mujer, aunque el segundo relato de la Creación (1ª lectura: Génesis 2, 18-24) se atreve a afirmar que ambos son uno: «Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne». Pero, de hecho, y aun como Palabra de Dios, la mujer se consideraba un ser inferior y propiedad del varón. Jesús cambia totalmente esta concepción y trata a las mujeres igual que a varones, por más que la Iglesia pareciera no enterarse.
      En la segunda lectura (Hebreos 2, 9-11), se dice algo muy inspirador: «El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos». ¿Habla solo de los varones, o está entendiendo ya que «los santificados» son todos, mujeres y varones?

domingo, 27 de septiembre de 2015

DOMINGO 26º del Tiempo Ordinario


      «No es de los nuestros», por tanto no es de Dios. ¡Qué vieja y mezquina tentación! Solo nosotros conocemos a Dios. Dios es nuestro y solo nosotros tenemos su Palabra. Nosotros, la Iglesia, hemos llegado a afirmar (¡como dogma de fe!) que fuera de la Iglesia no hay salvación. Jesús piensa todo lo contrario (Evangelio: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48).
      El espíritu es precisamente al revés, como el de Moisés (1ª lectura: Números 11, 25-29): «¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!». Además, a Jesús le importa menos si alguien hace prodigios que su modo de vivir generoso, compasivo, exigente, consecuente con su fe.
      La segunda lectura (Santiago 5, 1-6) hace una aplicación concreta. Repudia a los ricos y emite un juicio espectacular: «El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos». Por mucha religión que profeséis de boca, no agradáis a Dios. Y esta formidable comparación: «Os habéis cebado para el día de la matanza».

domingo, 20 de septiembre de 2015

DOMINGO 25º del Tiempo Ordinario


      ¿De qué hablabais por el camino? Jesús conoce bien a los discípulos, y sabe que aún no han comprendido gran cosa. Se pelean por ser el más importante, eso es lo que los ocupa, de eso hablaban en el camino (Evangelio: Marcos 9, 30-37). Le va a costar mucho hacerles entender que es al revés, que el primero es el que se hace servidor de todos.
      Los discípulos, aunque no se dan cuenta, se parecen a los impíos de los que habla la primera lectura (Sabiduría 2, 12. 17-20). Odian al justo porque su vida les resulta un reproche continuo, y llegan a la blasfemia de pensar que si ellos lo matan, Dios lo salvará. Hay pocas deformaciones en la religión tan perversas como esta.
      El propio autor de la segunda lectura (Santiago 3, 16-4, 3) conoce muy bien la terrible capacidad del ser humano para destruir la humanidad obedeciendo a sus instintos perversos. Esa capacidad de envidiar, de hacerse la guerra, de odiar, será la que matará a Jesús. Es verdad, a Jesús lo mataron los pecados: la envidia, la intolerancia, la cobardía, la mentira... Son los pecados los que nos matan también a nosotros.

martes, 15 de septiembre de 2015

Memoria de Nuestra Señora de la Soledad


Hace una semana justo festejábamos la natividad de la santísima Virgen María, además de celebrar la festividad de nuestra Patrona: la Virgen de la Estrella. Hoy, día 15 de septiembre, como cada año, tras haber celebrado ayer la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz, se presenta nuestra Señora al pie de la misma, en su mayor Dolor, en su soledad y desconsuelo. Ya ha sido convertida por su Señor, su Hijo, Jesús, en Madre de todos, de la Iglesia, del mundo: Madre buena, atenta y amable para sus hijos; pero, al mismo tiempo, la profecía de Simeón se ha hecho más latente que nunca en su corazón: la espada de dolor ha traspasado su alma. Ha quedado sola, dolorosa, angustiada, llena de lágrimas; quizá se pregunte: ¿este era el plan que me anunció el ángel del Señor? Seguro que, pese a ello, confía en su Señor, en Dios y en su santo Espíritu; ¡sí, confía!, ¡sí, sé ejemplo para tus hijos!, escucha. Desde luego María santísima en su Soledad nunca dejó de tener fe en esa promesa que el ángel le anunció, nunca desconfió y siempre tuvo presente el mandato de su Señor. Ojalá practiquemos como Ella nuestra fe, obremos y actuemos, aceptando de palabra y de hechos todo aquello bueno cuanto se nos proponga: construiremos un mundo esperanzador, prometedor y pacífico; seremos aliento, vida y luz para este mundo, plenitud, para esta sociedad en la que vivimos, que tanta Luz necesita, tanto a Cristo y a María –como ellos mismos se necesitaron, el uno al otro, Madre e Hijo (maestros honorables), admirables–, tanta Estrella y guía, luz del caminante, tanta fuente inagotable de paz y bondad, como reza el himno de nuestra Señora de la Estrella coronada.
¡Felicidades, Madre amantísima: María santísima de la Soledad!
Jesús Cuevas Salguero 15/09/2015

domingo, 13 de septiembre de 2015

DOMINGO 24º del Tiempo Ordinario


      Isaías había adivinado ya que el Mesías de Dios no sería un rey triunfador (1ª lectura: Isaías 50, 5-9a) y anuncia su rechazo, su sufrimiento. Ahora llega el momento en que esto se cumpla, y Pedro no lo puede tolerar. Jesús lo corrige severamente, lo llama «Satanás» (Evangelio: Marcos 8, 27-35) porque la opción de Pedro es precisamente lo contrario de lo que piensa Dios.
      Pedro está pensando en triunfar a la derecha de un rey poderoso. Jesús, sin embargo, está pensando en dar la vida. Son dos conceptos de «reinar» absolutamente opuestos. Son dos modos de vivir: según la lógica «del mundo» o «según la lógica de Dios». A Pedro, que sigue a Jesús de corazón, sincero y fiel, le falta mucho camino por andar. Su conversión es escasa porque no entiende a Jesús.
      Es como los cristianos de los que habla la segunda lectura (Santiago 2, 14-18): muchas palabras y pocas obras, mucha fe pero ningún interés por el prójimo. Jesús es más concreto, más realmente exigente. Ni palabras, ni triunfos, ni ritos. Amar a Dios y que se note en el amor al prójimo.

martes, 8 de septiembre de 2015

Fiesta de la Natividad de la santísima Virgen María; festividad de Nuestra Señora de la Estrella




¡Buen, gozoso y feliz día!

Se ha convertido este saludo en uno especialmente propio para el día en el que nos encontramos, para el día que celebramos, para el día que compartimos comunitariamente: el día de todo villarrense, hijo suyo; nuestro gran día. Formamos parte de la familia que congrega a los hijos de María, de ello nos gozamos, de pertenecer a su casa, de celebrar su memoria en la que es casa de Dios; estamos felices, llenos de bien, repletos hasta el colmo, hasta la saciedad, la que completa, hace plena y llena nuestra fe. Este 8 de septiembre es el culmen de todo un año, fin y comienzo, es la fiesta grande de nuestro pueblo; ¿por qué?: porque hoy es su día, el día que la vio nacer, el glorioso día de su natividad en el que festejamos a nuestra Madre y Patrona, Reina de nuestras almas y de nuestro pueblo, de nuestra familia, congregada, en torno a Él y a Ella: la Virgen de la Estrella y su Niño, Jesús. Sus hijos se disponen, como hace un año justo, a conmemorar su día participando de la celebración de la Santa Misa y paseando a su Virgen por su pueblo, que la ama como Ella lo ama a él, que la sigue, a imagen y semejanza de sí, Señora y abogada nuestra.

La Estrella vuelve a cautivarnos, a concentrar nuestros corazones en torno al suyo, a dirigirnos su mirada para que la atendamos y la correspondamos como se merece; comparo este hecho con aquel que se produce en cada Eucaristía, cuando el sacerdote consagra el pan y el vino, convertidos en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. A cada instante, en estas fiestas, que celebramos devotamente en su honor y memoria, dedicadas a Ella, María de la Estrella nos invita a rezarle, a tenerla en cuenta, a acompañarla. Ese acompañamiento exige un compromiso: ser fiel a su amor, al amor que constituye junto a su bendito Hijo; ¿cómo ponerlo en práctica?: reuniéndonos, encontrándonos, uniéndonos, por y para sí, por y para nosotros. Sí, por el bien que constituye el sentimiento servicial correspondido, el que prueba que somos creación suya, a imagen y semejanza de sí: de ese Dios que tanto nos quiere que ha dado, entregado y puesto a nuestra entera disposición a su Hijo, ofrecido; así como a la que ha convertido en su Madre y madre nuestra, madre admirable, buena, amable, sencilla, servicial, atenta. María ha de reinar en nuestras almas para que nuestros corazones constituyan un solo corazón, que responda a la llamada que a cada instante nos hace, Ella y Jesús, la llamada que consiste en querer, amar, entregar, todo, para el bien del prójimo y de nuestro Señor, porque si lo hacemos nos estaremos aproximando, poquito a poco, a ese Reino prometido, a ese proyecto, a la promesa de la Salvación, de la que somos parte fundamental. Así hemos de sentirlo y hacerlo con nuestro trabajo, contribuyendo, como María, como la Estrella que nos ilumina; eso fue lo que la motivó y la condujo a decir «Sí», porque estamos invitados a ello y no podemos dejar de dejarnos llevar por ese sentimiento despertado en nuestro interior, que nos lleva a practicar los valores que laten en la Palabra santa de su Señor, nuestro, en la que, sin duda, la Estrella, Señora, Virgen y Madre nuestra, confió. ¿Estamos preparados, listos, dispuestos, para afrontar la misión, para llevar a cabo la tarea, para colmar la obra redentora propuesta para bien salvífico nuestro?

En último lugar, he querido dejar mi particular felicitación a vosotras, Estrellas, que, como en tantas otras muchas ocasiones he dicho, tenéis el gozo, el deber y la satisfacción de celebrar este, vuestro día, en el más especial, grande y señalado de cuantos existen en el calendario de esta Villa, la nuestra, la suya, la del Río; la villa bendita en la que María quiso aparecerse con el signo de la Estrella para encomendarnos una misión prometedora a cada uno de sus hijos, para alentarnos a unirnos a la tarea y construir una comunidad, un pueblo, una hermandad fraterna, en torno a Ella. Mis más sentidas, sinceras y alegres felicitaciones en este, vuestro y su día, en este luminoso 8 de septiembre que compartís con la Madre que nos ayuda, consuela y comprende: María santísima, en su preciosísima advocación de la Estrella.

Jesús Cuevas Salguero 8/09/2015