domingo, 30 de marzo de 2014

DOMINGO 4º de Cuaresma

      Pasar de la tinieblas a la luz, pasar de una vida que es como estar muerto a una vida radiante (2ª lectura: Efesios 5, 8-14). Esto pasó con Israel.

      Samuel unge al que será el rey David (1ª lectura: 1 Samuel 16, 6-7. 10-13). Israel espera que ese rey le haga un pueblo poderoso que venza a todos sus enemigos. Eso mismo esperaban de Jesús los que creían que era el Mesías. Pero el Mesías no iba a ser un rey como ellos imaginaban. Es un artesano galileo que se pasa la vida hablando de «Abbá» y curando, curando sin parar.

      ¡Qué cerrados de mente son los fariseos, que ven una curación maravillosa y no ven la mano de Dios! (Evangelio: Juan 9, 1-41).

      ¿Quiénes son los ciegos, los que no ven con los ojos de la cara o los que no ven a Dios teniéndolo delante? Y ¡qué terribles palabras le dirigen al ciego!: «Empecatado naciste ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».

      Pero el ciego ha visto a Jesús, ha sentido la fuerza de curación de Dios, está abierto a creer, mientras los sabios, que además se creen santos, se cierran, invulnerables a la Palabra de Dios.

domingo, 23 de marzo de 2014

DOMINGO 3º de Cuaresma

      Los discípulos se sorprenden al ver a Jesús hablando con una mujer, extraña y extranjera (Evangelio: Juan 4, 5-42). Los discípulos se extrañan de que Jesús nunca evita a nadie, más aún, se acerca al que más lo necesita. Jesús es consciente de su misión: dar la vida entera, hasta la muerte, para ayudar a todos.

      Esta vez es una mujer de vida dudosa, otra será un leproso, o un publicano..., cualquiera. Jesús es para todos y es capaz de dar la vida por cualquiera (2ª lectura: Romanos 5, 1-8). Porque Jesús sabe que todos tenemos sed, sed de paz, de seguridad, de fraternidad, de esperanza. Y para eso es su vida. Jesús es como una fuente en mitad del desierto (1ª lectura: Éxodo 17, 3-7), regalo de Dios. Y su mayor deseo es saciar nuestra sed.

      Jesús mira al mundo como a una multitud sedienta, como a una cosecha todavía inmadura, y sabe que el Padre lo ha puesto en el mundo para hacerlo madurar, para saciar su sed, para que lo conozcan y se sientan hijos queridos, acompañados, cuidados por él.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Solemnidad de SAN JOSÉ, PATRONO de la IGLESIA UNIVERSAL

 
      En hebreo José significa «el que va en aumento». Así de desarrollaba el carácter de José, que crecía «de virtud en virtud» hasta llegar a una excelsa santidad. Esposo de María, madre de Jesús. Descendiente de David, fue el padre putativo de Jesús, a cuyo nacimiento asistió en Belén. Vivió en Nazaret ejerciendo el oficio de carpintero y murió antes de que comenzase la vida pública de Jesús. Su culto, extendido en Oriente antes del siglo V, no llegó a Occidente hasta la Edad Media. En 1870 fue proclamado patrono de la Iglesia universal y también lo es de los carpinteros y moribundos.

      La devoción a san José se fundamenta en que este hombre «justo» fue escogido por Dios para ser esposo de María Santísima y padre de Jesús en la tierra. Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizá se veneraba poco a san José para subrayar la filiación divina de Jesús. Según Nicéforo Calixto, la devoción comenzó en Oriente en el siglo IV. Y la popularizan especialmente san Bernardo, santo Tomás de Aquino, santa Gertrudis y santa Brígida de Suecia. Durante el pontificado de Sixto IV (1471-84) san José fue introducido en el calendario romano (19 de marzo); en 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación y Benedicto XIII introdujo a san José en la letanía de los santos en 1726.

domingo, 16 de marzo de 2014

DOMINGO 2º de Cuaresma

      ¡Qué bien se está en la presencia de Dios, sintiéndolo cerca, junto al mismo Jesús! (Evangelio: Mateo 17, 1-9). Pedro tiene razón, pero la vida no es toda así, ni mucho menos.

      Vivir es caminar, salir de la tranquila mediocridad para buscar algo mejor, el Reino, y eso es cuesta arriba. Dios se hace presente y consuela y anima, pero también pide, propone mejorar, salir de lo de siempre y aspirar a más (1ª lectura: Génesis 12, 1-4).

      Pablo también invita, «toma parte en los duros trabajos del evangelio» (2ª lectura: 2 Timoteo 1, 8-10), porque eso es vivir de verdad, no conformarse con felicidades superficiales, aspirar a lo máximo. Pedro, Santiago y Juan ven una gloria fascinante... pero tienen que bajar del monte, tienen que seguir a Jesús hasta el Calvario, porque no se trata de ser feliz en la vida disfrutando sin más.

      Se trata de que estamos metidos en el Proyecto de Dios, se trata de que hemos recibido la Buena Noticia, se trata de que podemos aspirar a más, para nosotros y para todos. Esa es nuestra misión, la única que puede hacernos verdaderamente felices.

lunes, 10 de marzo de 2014

Nuestra Señora de la Soledad se viste de hebrea

Una Cuaresma más, María Santísima es vestida de hebrea por Eduardo Serrano Gómez; con dicha vestimenta María nos muestra la sobriedad y la sencillez en la que los cristianos debemos vivir, especialmente en este tiempo litúrgico de la Cuaresma, tiempo favorable para convertirse obrando según Dios, un camino que, partiendo del pecado, nos llama a la humildad, a la solidaridad, al amor, al entendimiento, a hacer las cosas bien y de corazón, sintiéndolas, no de cara a los demás; en definitiva en favor del Pueblo del cual formamos parte, el de Dios, de cuya redención junto a nuestro ayuno tal y como quiere Jesús, en favor de nuestro bien, esperamos alcanzar la Gloria de la Resurrección y sentir la alegría y la gracia bendita de la Pascua.










 
Jesús Cuevas Salguero 9/03/2014

domingo, 9 de marzo de 2014

DOMINGO 1º de Cuaresma

      Una tentación es algo que nos atrae muchísimo, aunque no nos conviene. Después de un gran plato de paella nos apetece repetir, pero no nos conviene. Tenemos algo y queremos más, pero no nos conviene.

      Una cosa es lo que nos conviene y otra muy distinta lo que nos apetece. Y así estamos hechos, sometidos constantemente a tentación.

      Como Eva y Adán en el Paraíso (1ª lectura: Génesis 2, 7-9; 3, 1-7), como el mismo Jesús en la soledad del monte (Evangelio: Mateo 4, 1-11); Jesús es de nuestra carne, y tiene tentaciones, tendrá muchas a lo largo de su vida, incluso tendrá la tentación de desconfiar de su Padre. Pero Jesús se diferencia de nosotros en que no se deja engañar.

      El Viento de Dios le da fuerza para no dejarse arrastrar. Por eso habla Pablo (2ª lectura: Romanos 5, 12-19) de que por ser hombres estamos tentados, pero gracias a Jesús somos capaces de no dejarnos engañar. Como dijo Jesús, la carne es débil, pero contamos con la fuerza del Espíritu, que es mucho más fuerte que la carne.

domingo, 2 de marzo de 2014

DOMINGO 8º del Tiempo Ordinario

      La verdad es que en los tiempos que vivimos no podemos menos que estar preocupados por la comida, el vestido, la subsistencia. Y Jesús no dice que no nos ocupemos de esas cosas, sino que no sean nuestra preocupación más grave.

      Así se plantea en el principio del texto (Evangelio: Mateo 6, 24-34): «No se puede servir a dos señores, no podéis servir a Dios y al dinero». Así que la pregunta es «¿quién es mi señor? ¿Qué es lo que manda en mí, en mis decisiones, en mi modo de vivir?».

      Me parece que este mensaje se dirige más bien a los que ya tenemos lo suficiente, porque nunca nada es suficiente, y queremos siempre más, y acabamos sometidos a lo que deseamos. Pero lo primero es cómo queremos ser; lo dice muy bien Pablo (2ª lectura: 1 Corintios 4, 1-5): «Que la gente solo vea en vosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios». Es decir, lo primero es el Reino, y así nos deben ver, preocupados ante todo por el Reino.

      No es nada fácil, pero no estamos solos. Si en algo creemos es en que nuestro Padre siempre está ahí, que nunca nos va a abandonar (1ª lectura: Isaías 49, 14-15).